miércoles, 23 de febrero de 2011

Mi hermano el genio de Rodrigo Muñoz Avia

Sobre esta amena novela, recomendada para lectores mayores de 10 años y ganadora del premio Edebé de Literatura infantil, podemos afirmar que no desmerece el  reconocimiento. En un lenguaje directo, sin pretensiones estilísticas y con una trama lineal narrada en primera persona, se nos plantea una historia de corte realista. La protagonista nos narra su vida doméstica dentro de una familia de músicos. Su padre es compositor, su madre profesora de música y su hermano una promesa (genio) del piano. En cambio ella, una niña de 10 años, ama el deporte y juega futbol en el equipo de niños de su escuela. Tras una serie de descripciones de la vida familiar llenas de humor y no exentas de interesantes e ilustrativas alusiones al mundo de la música, se presenta el conflicto cuando ella es obligada a asistir a un importante concurso en el que participa su hermano, exactamente en la misma fecha en que se juega un importantísimo partido de futbol que ella no desea perderse por nada del mundo. La manera como el conflicto es abordado por los diferentes integrantes de la familia y su resolución nos remite a una historia sensible y muy humana, que sin afectaciones nos deja un grato sabor de buena lectura.  No cabe duda de que los jóvenes se identificarán con la protagonista , que si bien al principio experimenta una situación bastante frustante, la misma termina siendo enriquecedora.

Se percibe fácilmente a través de la lectura que estamos ante un autor de oficio, licenciado en Filosofía, guionista de cine y tv, novelista para adultos y para niños, que ya ha obtenido este galardón con anterioridad. Y  menciono su trayectoria expresamente porque viene a confirmar, una vez más, la hipótesis de que la elevación de calidad que desde hace ya un tiempo experimenta la LIJ se debe a que los autores están  cada vez más formados literariamente, tanto a nivel teórico como en la práctica del oficio escritural. Atrás quedaron maestras, abuelas y madres llenas de buenas intenciones, pero que ingenuamente pensaban que sólo con eso bastaba para escribir buenos cuentos para niños (o para quien fuese). Y ciertamente  bastaba, pero de su calidad literaria mejor ni hablar. Y había editores que las publicaron, para desgracia nuestra de cada día, ya que redundó en la amplia banalización que la crítica literaria hizo de la Literatura para niños y jóvenes, y que en países como Venezuela se mantiene como injustificado prejuicio.
 Y la verdad es que el buen nivel de los premios internacionales hace que la competencia sea cada vez más exigente para beneficio de los lectores.

Las ilustraciones  de Jordi Sempere están muy logradas, en blanco y negro, y acompañan dignamente al texto, lo cual no siempre sucede en este tipo de publicaciones en las que las ilustraciones vienen a ser un mero acompañamiento del escrito. Lástima que la presentación de la colección Tucan no resulte muy atractiva, pero si superamos esta primera impresión nos encontraremos ante una serie de obras en su mayoría recomendables.

En definitiva, y como recomendación a padres y docentes, se trata de un excelente libro para incentivar la lectura entre los más reacios de la casa.

Muñoz Avia, Rodrigo. Mi hermano el genio. Barcelona, Edebé, España, 2010.

lunes, 21 de febrero de 2011

El niño que se cayó en un agujero de Jordi Sierra i Fabra

Vemos en este libro a un autor, verdadera fábrica de best-sellers de todo tipo y argumento -desde novelas históricas hasta aventuras de toda índole (más de 300 obras publicadas, en su mayoría bastante comerciales) arriesgando en esta obra, escrita en un lenguaje coloquial, sencillo y ameno, pero con un tema de profundo contenido sicológico y filosófico. Se trata no sólo de una crítica a la indiferencia y falta de solidaridad de nuestra sociedad, aquella que tuerce la mirada para no ver lo que le produce desazón o miedo, es decir, todo aquello que "es" y no lo que "queremos ver", sino que en un plano semántico más profundo aborda el hecho de que los niños, más allá del estereotipo de que  son inocentes o ingenuos, de esa cómoda imagen de la infancia feliz, también experimentan fondos emocionales debidos a conflictos familiares, escolares u otras situaciones estresantes  que los sumergen en profundos huecos como el del protagonista, esos huecos del alma. 

Una imagen bastante simple, la del niño protagonista que queda súbitamente embutido y atrapado en un agujero en mitad de la acera, le sirve al autor para disparar una serie de escenarios –no exentas  de humor- con diversos actores principales de la sociedad (militar, cura, un ciego, un periodista, etc) que dejan claro los diversos mecanismos de que se vale el sistema y las personas que participan en él, para no ver aquello que es: un niño en problemas. Sólo un perro con el que dialoga (lo cual también puede simbolizar la situación de soledad y anonimato por la que atraviesa el protagonista) y un mendigo, que es quien le finalmente le arroja luces sobre cómo salir de la ciscunstancia en que se encuentra, se dignan tomarlo en cuenta.

Se trata de una obra importante por cuanto desnuda de manera ingeniosa, sensible y creativa una realidad perteneciente la vida cotidiana: la de numerosos niños que pasan por conflictos sicológicos y emocionales que podrían conducirlos a depresiones, abandono escolar y hasta, en el límite extremo, al suicidio. Por la manera ágil e imaginativa en que se desarrolla el argumento, y por la temática del mismo, está llamada a producir la identificación de los jóvenes lectores con la situación allí planteada.
Las ilustraciones no deslucen la calidad del libro, si bien no siempre se corresponden con lo descrito en el texto.

En resumen, un libro fuera de serie para ser recomendado a lectores de nueve años en adelante.


Sierra i Fabra, Jordi. El niño que se cayó en un agujero. Barcelona, Libros del Zorro Rojo, España, 2008.