No soy optimista en estos momentos. La situación es precaria, aunque se sabe que las crisis estimulan el ingenio. De ser asi, más adelante veremos los resultados, del mismo modo que sucedió una explosión creativa en España al caer la dictadura de Franco.
¿Por qué asevero que en estos momentos la situación de la LIJ en Venezuela ha decaido con respecto a la década del 90? Lo digo por lo siguiente:
La mortal AUSENCIA de Licitaciones públicas del MInisterio de Educación, gobernaciones y alcaldias para dotar las bibliotecas públicas y las bibliotecas escolares. Estas licitaciones constituían la principal fuente de recursos de las editoriales para niños. En la ultima década dichas licitaciones han ido mermando hasta desaparecer por completo. El colmo fue cuando, a principios del año 2010, el Ministro de Educación, Hector Navarro, declaró desierta una importante licitación, en la cual participaba un buen número de editoriales venezolanas de libros para niños para destinar los fondos a fines políticos. Esto fue un duro golpe para las pequeñas y medianas editoriales, que vienen sobreviviendo a duras penas en los ultimos años.
Esto ha tenido como consecuencia directa que buena parte de las editoriales privadas e independientes de libros para niños -nunca fueron muchas- han venido cerrando (Cyls Editores, Colección de libros para niños de El Nacional, entre otras) o disminuyendo su producción a un mínimo (Playco Editores, Ekaré mudó sus oficinas principales a España).
Las única colección que sobrevive con éxito es la de Alfaguara infantil y juvenil, que ha devenido en prácticamente en la plataforma actual de proyección nacional para los autores venezolanos -con un buen número de ellos publicados en sus colecciones infantil y juvenil-, principalmente aquellos reconocidos, de LIJ. Y suponemos que esto es, al menos en parte, gracias al hecho de formar parte de la transnacional Alfaguara y contar con el apoyo financiero de la misma.
En fin, las oportunidades de publicar de los autores venezolanos se ha estrechado de manera considerable, al menos en las editoriales independientes y privadas. Sin embargo, a pesar de la falta de plataformas de publicación, se escribe cada dia más, y es estimulante asistir al incremento el numero de autoras y autores insurgentes, con producción de calidad.
De las Editoriales Alternativas, que han venido realizado una gran labor en nuestro país pese a sus modestos recursos, también se encuentran en situación bastante limitada debido a que, además de la ausencia de licitaciones, también fue eliminado (desde hace unos 3 años) el subsidio que el CONAC otorgaba a las pequeñas editoriales y a proyectos editoriales individuales. Salvo para aquellos que profesan abiertamente la ideología politica del gobierno.
De resto, no se han creado nuevas editoriales independientes en esta área editorial.
Ciertamente ha habido, por parte del sector oficial (Ministerio de Cultura) algunas iniciativas como la creación de las colecciones Caminos del Sur y Cada dia un libro de la Editorial El Perro y la Rana, ambas con sus respectivas series de libros para niños y jóvenes, pero desafortunadamente todavía la calidad de sus ediciones deja que desear en cuanto a la presentación en muchos de sus títulos. El afán de dar cabida al mayor número posible de autores inéditos resulta muy loable por una parte, pero, por la otra, al implementar criterios de inclusión demasiado amplios, no se hace una selección un poco más rigurosa basada en la calidad literaria de textos y e ilustraciones, lo cual ha arrojado como resultado ediciones que podrían considerarse pobres en muchos casos. Esta situación, además del hecho de pertenecer a un Ministerio altamente politizado y emblemático de la ideología oficial como es el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, no hacen de las editoriales estatales una plataforma muy deseable para buena parte de los nuevos creadores de LIJ.
Con Monte Avila Editores la situación no es más halagüeña, ya que su excelente colección Primera Dimensión ha venido menguando tanto en número de publicaciones, como en la calidad de las mismas.
Habría que destacar que estas editoriales oficiales hasta hace muy poco no concedían mayor importancia al hecho de que las colecciones de libros para niños han de ser dirigidas por especialistas bien formados en la materia, ya que la LIJ es un sector muy especializado desde el punto de vista de su proceso de edición y de su especificidad como género literario. Esto se traduce en que ni Monte Avila ni el El perro y la Rana cuenten con interlocutores válidos para la difusión y promoción de esas colecciones, con el subsiguiente perjuicio para autores e ilustradores (eso parece estar cambiando últimamente, según me han informado). Como guinda de la torta para el desestímulo, está el hecho de que El perro y la Rana ni siquiera estipula derechos de autor para los autores. Todo lo anterior unido a la pésima distribución que realiza la Distribuidora Nacional.
Sin embargo, es preciso reconocer la importante labor que ha venido efectuando la Fundación Gumersindo Torres, adscrita a la Contraloría General de la República, al patrocinar una Bienal Internacional de Literatura Infantil, la cual se ha venido realizando sin interrupción desde al año 2001 con criterios de excelencia en la premiación de los textos y la publicación de los textos ganadores en su colección Grano de Maíz.
Por último, para finalizar esta revisión de la situación del sector público, debo decir que no existen becas suficientes para autores ni ilustradores, aunque este año 2011 el Centro Nacional del Libro (CENAL) implementó un Concurso de Becas de Creación Literaria, del cual un proyecto literario de relatos de ficción histórica enviado por este servidor resultó seleccionado, junto con los de otros 8 creadores también seleccionados.
La participación de la Plataforma del Libro en las Ferias Internacionales es limitada. Para muestra el stand oficial de Venezuela en la Feria del Libro de Guadalajara 2010 -no el de la Cámara del Libro donde hubo participación de varias editoriales privadas venezolanas como Playco, la Barca de la Luna, Camelia, Cyls Editores y otras, que nos representaron dignamente. Este stand oficial resultó de una pobreza tal en su deslucido aspecto y poca variedad de títulos y editoriales participantes (simplemente no fue invitado el sector privado venezolano), que nos debería llamar a reflexión a todos los sectores involucrados.
La fundamental asistencia a la Feria de Boloña, la más importante en el mundo de las publicaciones para niños, fue arbitrariamente suspendida por el CENAL desde el año 2008, aún cuando el Comité de la feria nos concedía un stand de forma gratuita para que participasen las editoriales venezolanas. Recientemente, la flamante directora de esa Institución, Cristian Vallés, dio por terminada nuestra participación como país en esa feria, la cual constituye un espacio clave para la promoción de nuestras editoriales y autores en el escenario internacional.
Por otra parte, el cierre de la Dirección de Literatutra Infantil del extinto CONAC constituyó también un duro golpe a la LIJ venezolana, ya que a través de esta Dirrección, en interacción con algunas editoriales y autores, se venían organizando Congresos de LIJ (Mérida, Caracas, Barinas, por decir algunos) que eran un espacio ideal para el intercambio entre autores, ilustradores, editorres, docentes, estudiantes y otros agentes del mundo de los libros para niños.
Estos Congresos, abiertos a toda la comunidad de la LIJ han venido siendo sustituidos por el Congreso de LIJ que organiza la Fundación La Letra Voladora en Valencia, bastante restringido por la ausencia de muchos autores, editores, investigadores, libreros, distribuidores, ilustradores e instituciones. Al parecer, no se invita a buena parte de los representantes del sector privado e independiente, lo cual resulta bastante limitante.
Puede concluirse que la política del actual gobierno, aunque ha favorecido por una parte la masificación del libro y de la lectura por parte del Estado (eso se le agradece), al mismo tiempo ha ido en desmedro de las editoriales privadas e independientes de libros para niños y jóvenes, lo cual se traduce en la ausencia de licitaciones y estímulos de cualquier tipo para su desarrollo. Esto está afectando seriamente el mundo de las publicaciones independientes de libros para niños y jóvenes en Venezuela y, por consiguiente, al mundo de la LIJ venezolana. Esto es lamentable y totalmente absurdo como política cultural, ya que las editoriales públicas y privadas podrían complementarse perfectamente, sobre todo en un país donde todavía existe un significativo vacío en lo que a publicaciones para niños y jóvenes se refiere.
Sólo queda esperar, al igual que sucede en la novela para niños La Historia sin fin de Michael Ende, que las fuerzas de Fantasia logren derrotar a la Nada que se cierne sobre ellas.