viernes, 29 de mayo de 2009

pseudo escritores para niños o el olvido de los lectores

Dice María Candelaria Posada (Licenciada en Filosofía y letras, Editora de Norma desde 1987) con toda razón:

"Esta categoría de pseudo escritores para niños está compuesta por aquellos que explican que ahora que son abuelos, o que son padres, o que han sido maestros durante tanto tiempo, y empiezan a contar historias donde los protagonistas son ellos mismos, en un desconocimiento total sobre lo que pueda o no interesar a los pequeños. Y en una actitud que yo llamaría de irrespeto frente al quehacer literario. Es un poco lo que pasa con la Filosofia: como la palabra ha empezado a usarse de manera tan laxa y hay "filosofía de las ventas" y "filosofía de la vida" y muchas otras 'filosofías', todo el mundo se siente con derecho de opinar cuando se habla de Filosofía.
Lo peligroso de esta categoría es que produce unos textos cargados de sensiblería y sin ningún valor literario. Pero me asombra que haya tantas personas convencidas de que de la noche a la mañana es posible volverse escritor."

Nada más acertado. Y yo añadiría algunas cositas de mi propia bodega. Los editores, o los lectores externos, de libros para niños y jóvenes tropezamos con una significativa cantidad de cuentos (y poemas) que han sido escritos con la mejor de las intenciones por alguna abuelita juguetona que quiere entretener a sus nietos, o maestra, o mamá, o algún otro ser que, llena o lleno de candor, piensa que por el sólo hecho de que lo hizo con todo el amor del mundo y que tuvo "éxito" con sus niños niñas nietos hijos alumnos a quienes se los leyó ("a ellos le gusta mucho". Pues claro, no hay mejor galería que la familia, ¿no es asi?) eso basta y sobra para que sea editado y difundido universalmente. Lógica implícita: "Como yo los amo, y por amor lo escribí para ellos, esto merece ser publicado". Están unilateralmente convencidos de ello. Pero... ¿Y sus lectores? ¿Bastará la buena nota? Lamentablemente no. "De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno", reza un dicho. Huyamos de ellas como gacelas, y no sólo en literatura. Nunca fueron suficientes. Gracias a tal criterio de elección (buenas intenciones) está lleno el mercado de libros malos y requetemalos cuyo único mérito ha sido el de haber desacreditado involuntariamente a la literatura infantil, exponiéndola a la desvalorización debido a su cursilería, poca calidad literaria, exceso de lugares comunes y esterotipos, sensiblería, aniñamiento, en fin, toda una subestimación del lector de cualquier edad y del oficio de escribir. Duro golpe del cual todavía la LIJ no ha logrado reponerse.
No amables señoras, no incautos amanuenses que piensan que está dado el escribir un cuento para niños. Bueno, un cuento sí, pero un buen cuento no resulta tan fácil. Porque para ello es necesario desarrollar el arduo oficio escritural, que como todo oficio requiere de aprendizaje teórico y mucha práctica para alcanzar su dominio. Claro, si es que de verdadera LITERATURA estamos hablando, pongasele el adejtivo que se le ponga.