jueves, 6 de mayo de 2010

De lo complejo a lo simple

Dice Eduardo Galeano: "Uno siente primero que el trabajo intelectual consiste en hacer complejo lo simple, y después uno descubre que el trabajo intelectual consiste en hacer simple lo complejo. " Esta reflexión traduce perfectamente el dificil reto de escribir para los niños: reducir la tremenda complejidad de algún tema, o la del lenguaje mismo, a una maravillosa sencillez. Sacrificar el lenguaje abigarrado, retórico, excesivamente culto o complejo, para expresarse con cierta austeridad linguística, ir a lo esencial manteniendo a menudo los registros coloquiales del vocabulario y el diálogo, sin que por ello el texto experimente mengua en su calidad literaria.

Craso error confundir la simplicidad de los textos que componen la mal llamada "literatura infantil" con banalidad o pobreza, literariamente hablando, ya que esos atributos simplemente corresponderían a la mala literatura, aquella literatura "infantil" barata o de baja calidad, tal como puede haberla en cualquier tipo de literatura.

martes, 27 de abril de 2010

La obra de un escritor no puede definirse por sus intenciones sino por sus resultados

"Un escritor que se precie rechazará a priori toda determinación para ir en busca de algo más valioso: el camino de exploración que la escritura de una obra propone. Esto es válido para todos los escritores, cualquiera sea el género que transiten y cualquiera sea su mirada sobre el mundo."
 "Es justamente por eso que el trabajo de un escritor no puede definirse de antemano, porque el pensamiento se modifica en el proceso mismo de escritura que es siempre incierto, hecho de sucesivas decisiones que se toman a medida que se escribe. De modo entonces que para escribir hace falta tener una gran disponibilidad para la incertidumbre y para el cuestionamiento de los propios atributos y condiciones."
Esto es parte de la ponencia presentada por la escritora María Teresa Andruetto en la Jornada de Literatura Infantil y Juvenil “Abrir un libro, abrir el mundo”, realizada dentro del marco del Seminario de Literatura Infantil Latinoamericana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires el 5 de julio de 2008.
Más adelante, porque la ponencia es larga y sustanciosa (volveremos con otros comentarios sobre ella en otros post), dice lo siguiente:
"La tendencia a considerar la literatura infantil y/o juvenil básicamente por lo que tiene de infantil o de juvenil, es un peligro, porque parte de ideas preconcebidas sobre lo que es un niño y un joven y porque contribuye a formar un ghetto de autores reconocidos, incluso a veces consagrados, que no tiene entidad suficiente como para ser leído por lectores a secas."
Personalmente estoy infinitamente de acuerdo con todo lo anterior. Sólo añadiría una opinión personal al comentario "Un escritor que se precie rechazará a priori toda determinación". Esto es cierto, como ella misma afirma, sobre todo en el caso de muchos autores que escriben de acuerdo a las tendencias del mercado lector, siguiendo las pautas de los editores. Pero en el caso de la mal llamada literatura infantil, yo creo que si puede existir en algunos casos una intencionalidad, una juguetona autodeterminación por parte de un autor para producir un texto que el desea que funcione "también" para un lector niño -además de funcionar para cualquiera, como toda literatura del género que sea.
En este caso se trataría del niño interior, para qué el resultado sea válido. El escritor tiene la intención de complacer a su lector ideal, que es su parte infantil, con un texto creativo, dinámico,   lúdico, que al realizarlo le produce gran regocijo y extrema diversión, a ambos, al autor adulto y a su lector niño. Introduce elementos y recursos literarios que él sabe (el autor) que  cautivarán y divertirán a su propio niño. Es un jocoso intercambio dialectico entre uno mismo niño y uno mismo adulto. Voluntariamente el autor decide suprimir ciertas expresiones para restarle un poco de complejidad semántica a su texto y hacerlo más accesible a su niño. Es un proceso meramente intuitivo, porque no existen reglas ni recetas acerca de qué es lo que realmente les gusta a los niños y qué no (al margen de lo que los adultos creamos, claro está). El autor se guía intuitivamente nada más que por lo que supone será del agrado de su propio niño ya que está conectado con él, y lo comprueba permanentemente durante el proceso de creación mediante una  lectura dirigida a su interior, a su niño. Decide intencionalmente podar el texto, suprimir algun párrafo para ganar tensión narrativa, porque sabe que debe mantener una atención tan inquieta como es la de su niño interior. Y sabe que si le gusta a su niño interior, también le gustará a los demás niños.
Lo demás es el ejercicio estilístico de pulir un texto, que se adquiere como todo, practicando el oficio.

sábado, 27 de febrero de 2010

Características estructurales de la Literatura infantil

Para empezar a diferenciar a la Literatura Infantil como Genero literario complejo (porque incorpora en su seno a la poesía, la narrativa, la novela, la dramaturgia, etc) , o quizás, más bién, como un Subgénero dentro de cada género (lo que a mi entender sería más apropiado); del mismo modo que la novela negra es un subgénero de la novela, por ejemplo, o el cuento fantástico es un subgénero dentro del cuento, la novela para niños (es decir, aquella novela que también funciona para los niños, además de los adultos) es un subgénero de la novela y así sucesivamente. En todo caso, ya sea un género por si mismo, o un subgénero de cada género, la literatura infantil tiene particularidades que la diferencian. Vamos a comenzar por las estructurales y en proxima entrada  iremos con las semánticas. Pero antes debo rendir tributo a la profesora Grisalda Navas, ya que mucho del material que yo expongo aqui se nutre de sus excelentes obras de investigación tituladas Introducción a la Literatura Infantil, Tomos I, II y III.

Algunas de las características estructurales más representativas de la LI serían::


* Trama lineal, aunque últimamente la evolución de la LI ha llevado a tramas un poco más complejas, con diferentes planos temporales, varias voces narrativas y tramas secundarias como en la gran literatura, aunque, por supuesto, sin llegar a niveles semánticos demasiado complejos que la hagan inaccesible al joven lector.

* El tiempo y el lugar generalmente son imanentes o arquetipales, establecidos mediante referentes tales como “Había una vez”, “En un lugar muy lejos de aquí”, “Hace mucho tiempo”, entre otros.

* Imágenes de maravillosa sencillez (no por ello triviales).

* Estilo no recargado ni retórico; por el contario:  muy ágil, dinámico y bastante depurado.

* Empleo frecuente del diálogo, en un estilo narrativo directo, poco referncial.

* Actualmente se observa con mucha frecuencia la presencia de personajes genéricos como “topo”, “sapo”, “ardilla”..

* Empleo exhaustivo del sinsentido, el absurdo, la hipérbole, y otros recursos humorísticos.

* No se detiene mucho en la descripción de personajes o lugares, para ganar tensión narrativa.

Estos serían algunos de los elementos que encontramos con más frecuencia y, que si bien también están presentes en toda la literatura en mayor o menor grado, en la LI infantil adquieren gran relevancia y forman parte de la "receta" de su éxito con los lectores infantiles.

¿Qué es la literatura infantil?

En vista de la imprecisión que existe acerca de qué es realmente eso de  “literatura infantil”, sería bueno revisar algunos conceptos elaborados por diferentes investigadores. Pero, antes, es necesario aclarar —puesto que ello forma parte de la confusión— que el calificativo de “infantil” asignado a este campo de la literatura no es para nada adecuado, por cuanto se entiende por “infantiles” aquellas manifestaciones de los niños y, en cambio, la “literatura infantil” es una elaboración de autores adultos concebida intencionalmente en la mayoría de los casos para cautivar a los niños. En ese sentido, resultaría más apropiado llamarla “literatura para niños”, pero el uso ha impuesto lo de “infantil” y ya hoy día es un término aceptado por mero convencionalismo. Veamos la definición que nos da Graciela Perriconi::


"Es un acto de comunicación, de carácter estético, entre un receptor niño y un emisor adulto, que tiene como objetivo la sensibilidad del primero y como medio la capacidad creadora y lúdica del lenguaje, y debe corresponder a las exigencias y necesidades de los lectores."

De tantas definiciones que existen, en su mayoría fundamentadas en consideraciones extratextuales tales como su origen (leyendas, mitos), su destinatario (los niños), o bien su caracter pedagógico y formativo  (función social), la de Graciela Pecorini es, en mi opinión, de todas ellas  la  más adecuada, ya que toma en cuenta la comunicación estética que se genera entre niño y adulto mediante "la capacidad creadora del autor", manifestada a través del uso creativo del lenguaje", hecho éste fundamentalísimo para establecer el carácter "literario" de la LI, ya que implica que ésta se produce a través de un "medio escrito" sujeto a determinadas  "técnicas estilísticas" y discursivas propias de cualquier literatura y también importadas del estilo discursivo oral, sin olvidar tampoco la exigencia de que la LI debe corresponder a las necesidades de un lector específico.