viernes, 10 de febrero de 2012

Una "Reunión" al estilo del Zorro Rojo

A veces el editor no solo ejerce un criterio adulto o censura suprimiendo determinados aspectos que puedan parecerle inadecuados en una edición, sino que en algunas oportunidades en lugar de eliminar puede más bien añadir elementos para reforzar ciertos aspectos –éticos, ideológicos,  estéticos-  en una publicación.
Sería el caso de un título perteneciente a Los libros del Zorro Rojo titulado Reunión, un cuento de Julio Cortázar publicado en Todos los fuegos el fuego, en 1966. En la versión de este espléndido cuento que hace la editorial se le añaden aspectos ideológicos que no están contenidos explícitamente en el cuento original y que se evidencian  en las ilustraciones cuando se caracteriza a algunos de los personajes dibujándolos con la cara de Fidel Castro o del Che Guevara, cosa que apenas aparece mencionada en el cuento, cuando uno de los personajes le dice “Che”, a un compañero.  Aunque en el epígrafe del cuento Cortázar coloca una cita del Che, prácticamente no hay otras alusiones en el relato a los demás miembros del grupo subversivo.  De Fidel no se dice nada con ese nombre, de manera que la ilustración de su rostro entre el grupo de guerrilleros es una añadidura editorial, aunque la interpretación del cuento sugiera su presencia.
Porque, aunque conocemos la posición ideológica de Cortázar, en el cuento, así como en su obra en general, priva el aspecto literario por encima de su posición ideológica, con el objeto de conferirle a sus  textos un carácter universal, dejando al lector una amplia interpretación de los mismos.
La  intensa experiencia nocturna y clandestina del desembarco, el valor y romanticismo de los protagonistas,  es lo que en esencia quiso plasmar Cortázar, y esto no tiene porqué suscribirse a un momento en particular, que es lo que pretende el editor al propiciar, en el texto de la contratapa del libro, una interpretación unívoca del relato:
“Reunión describe las duras jornadas que siguieron al desembarco del Granma en las costas de Cuba, cuando Ernesto Guevara se forja como combatiente de la revolución. A través de una vívida narración en primera persona, la voz del «Che» evoca las adversidades que debió enfrentar junto a sus compañeros de armas y su bautismo de fuego en la batalla de Alegría del Pío.”
Es posible que una investigación arroje que el cuento corresponde a ese episodio histórico. Probablemente  Cortázar lo habrá declarado así en alguna entrevista. Pero  nada de eso aparece explicitado  en el texto. Apenas una alusión al apodo Che (muy común en argentina, por lo demás) y una referencia geográfica a Puerto Cruz; lo demás, es una forma del editor de añadir elementos que hagan valer su visión.  En ese particular, podría hablarse más de “imposición” que de censura.
El desembarco de los guerrilleros, en una interpretación abierta,  puede suceder en cualquier época y lugar —una propuesta que, en mi opinión,  sería la deseable,  ya que soy partidario de propiciar que el lector se forme su propio criterio y no  de encaminarlo hacia determinada óptica. En ese sentido, me hubiera gustado más si en una edición por lo demás tan bien lograda como ésta se hubiera dejado la cara de los guerrilleros sin rostro, por decir algo; si el texto de la contraportada hubiese sido sugerente, en lugar de determinante, para dejar que fueran los jóvenes lectores quienes extrajeran sus propias conclusiones.

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